La Voz de Monte 2024-10-18T12:18:00.000ZReflexiones Peronistas: Entre lealtades y confusiones
Ayer, el Día de la Lealtad Peronista se conmemoró con varios actos. Destacaron, por un lado, el acto del gobernador, quien, con un discurso directo, dejó en claro que no está interesado en disputas internas dentro del partido. Su única competencia, según afirmó, es contra las políticas de Javier Milei. Por otro lado, la vicepresidenta Victoria Villarruel homenajeó a Isabel Perón, la primera mujer en presidir la Argentina, buscando reparar un error histórico del movimiento, que había dejado en el olvido la figura de la exmandataria. Ambos hechos se vinculan con el complejo momento que atraviesa el peronismo, con Cristina Fernández de Kirchner intentando presidir una estructura que siempre despreció.
La pretensión de Cristina de querer presidir el Partido Justicialista no es casual, sino más bien un movimiento estratégico en un contexto de profundo desgaste y división interna dentro del movimiento más vigoroso del país. Hay que recordar que, durante años, la expresidenta mantuvo una relación distante con el PJ, ninguneando al partido como si fuera una estructura arcaica que ya no respondía a los tiempos que ella encarnaba. Durante la era kirchnerista, tanto Néstor como Cristina reconfiguraron el espacio político, en muchos casos despojándolo de las figuras tradicionales y construyendo su propia lógica histórica, al margen de los viejos referentes. Esto implicó un ninguneo no solo hacia el PJ, sino hacia figuras centrales de su historia, como Carlos Menem y Eduardo Duhalde, a quienes se redujo a sombras de un pasado neoliberal que el kirchnerismo buscaba superar. Pero en política, cada espacio que dejas libre es ocupado por otros, y esto es lo que sucedió con la reivindicación de Isabel Perón por parte de la vicepresidenta del país, perteneciente a La Libertad Avanza.
No es noticia que, en los últimos años, el peronismo se ha dividido entre las distintas corrientes internas, con sectores territoriales que intentan mantener su relevancia local mientras enfrentan una creciente amenaza por parte de las nuevas propuestas políticas que hoy encarna Milei. Aunque, nobleza obliga, en 2023 se logró una unificación del movimiento detrás de la candidatura de Sergio Massa, no fue suficiente, no se ganó la elección, pero quedó claro que, si debe haber unión, el movimiento sabe encolumnarse y ordenarse.
La decisión de Cristina de querer apropiarse del partido no es un simple acto de nostalgia, sino que parece una maniobra para asegurarse una base política sólida en un escenario nacional donde la influencia peronista no es suficiente para garantizar triunfos electorales. Lo que preocupa de esta jugada es que Cristina no solo debe lidiar con la fragmentación del PJ, sino también con la necesidad de reconfigurar una narrativa política que ya no puede sostenerse únicamente en la confrontación contra el pasado neoliberal. Ahora enfrenta una disputa ideológica y cultural mucho más profunda. Enamorar a un electorado que en su gran mayoría es menor de 30 parece poco convincente si se intenta hacerlo con una canción de lo que fue, como si esa etapa histórica pudiera repetirse.
Hay que tener algo en claro: en este movimiento, el que gana las elecciones presidenciales, sea para bien o para mal, es quien lidera el partido. El próximo año son las elecciones legislativas, ¿qué mejor momento que este, donde hay confusión generalizada, para hacer una gran interna ordenadora? Pensemos que la última de gran vigor fue la de Cafiero y Menem. No hay que temer al debate. El problema es que no se den las discusiones o, peor aún, que se den en momentos equivocados.